Soy terco, soy soberbio, y llevo mas de media vida creyendo que tengo todas las respuestas, aun así siendo capaz de reconocer el error, claro esta, solo detrás de un mar de pretextos y excusas.
Últimamente todo eso me da hueva, no se si sea el medicamento que de verdad modera mi hipomania, pero me siento diferente, como si todo lo que hago fuera un error, y cuando pienso que hago lo correcto la vanidad me invade, y es raro, tan viejo como aquellos aplausos cuando para los demás hacia bien las cosas.
No estoy acostumbrado al fracaso, y creo que es por mi absurda incapacidad de reconocerlo, estoy acostumbrado al reconocimiento, por que mi suerte es infinita, por que siempre consigo lo que quiero, o al menos lo que se supone que quiero, o lo que creo que debería de querer.
Pero hoy tengo un problema inmenso, y es que me he esforzado de formas inimaginables por tratar de querer algo que de verdad no quiero, y no tiene que ver con nada formal, ni con objetividades o subjetividades y a la vez con los dos anteriores, y si lo digo así es por que no puedo definirlo.
Es una sensación extraña, como melancolía con hambre, como dolor con gozo, como ardor con risas, como calor frió que me recorre todo el cuerpo calentándolo hasta el punto en el que cuando cierro los ojos siento que van a explotar, y entonces de nuevo, no puedo dormir.
Hay una parte en No rain en la que Shannon canta que lo único que puede hacer es leer un libro para mantenerse despierto, y aunque le desmadre su vida, es un gran escape; y aunque doy gracias a quien sea que tenga que dar gracias por el regalo de un nuevo comienzo, siento esa necesidad de escapar, de verme desde afuera, desde lejos y extrañarme mucho, para regresar conmigo con ganas de verme y aprovecharme, no con estas ganas de cambiar que me dan tanto asco.
Igual que el poeta que decide trabajar en un banco...